Friday, March 27, 2009

cookie monster

Me veo obligada a denunciar este fenómeno. Al menos a reportarlo. Cada viernes en el seminario de estudiantes hay galletitas y cafés-tés para ameliorar el trauma. La calidad y tamaño de las galletitas ha disminuido significativamente en los últimos tiempos, pero ese no es el tema de hoy. El tema es que hay una chica... ay, esta chica. Ya hace meses que vengo notando un patrón: esta chica toma una galletita de las pequeñas, digamos, de tres centímetros de diámetro. Una sola. Lo cual ya es reprendible. ¿Desde cuándo la unidad de ingesta de galletitas es una? Pero bueno, quizás no quiere llenarse porque no almorzó.

El pecado es que come tres cuartos de la galletita.

Así es. Siempre se sienta cerca y noto como al final de la charla siempre, siempre queda un cuarto de galletita sin comer. ¿Cómo hace? Para mí un mordisco rompe la galltita en tres, lo mismo que manualmente. ¿Cómo hace para no querer el último pedazo? ¿Cómo decide que después de tres (o dos) mordiscos está *llena*? Y siempre deja un cuarto. Nunca la mitad o la galleta entera. Nunca la termina.

Now, how fucked up is this?

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Monday, May 19, 2008

La universalidad de las charlas


Una vez más, Jorge Cham revela una de las verdades más absolutas de la vida académica.

Mi estrategia:

* Para los seminarios de los fellow grad students (que la mayoría son lamentablemente soporíferos) me siento en las últimas filas, cerca de la puerta. Claramente uncommitted y too cool para estar escuchando seminarios de los biólogos moleculares y sus enzimas.

*Para las charlas de invitados que me interesan, una amiga y yo nos peleamos por los lugares de la pared, más o menos al medio de la sala. Bastante adelante para ver bien, pero al lado de la pared para disimular cualquier sorpresa.

Creo que nunca me senté en la primera fila, salvo cuando yo tengo que dar la charla junto con alguien más y tengo que esperar... Y definitivamente, para las charlas de los lunes está la tendencia de sentarse más atrás, porque estoy muy, muy dormida a veces.

Y todo esto está sumado a un cálculo rápido que hago al entrar a la sala y observar quién se trajo comida y de qué tipo (mirar post anterior) para maximizar la distancia entre la mujer que succiona la sopa y come la manzana y mi persona.

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