La universalidad de las charlas

Una vez más, Jorge Cham revela una de las verdades más absolutas de la vida académica.
Mi estrategia:
* Para los seminarios de los fellow grad students (que la mayoría son lamentablemente soporíferos) me siento en las últimas filas, cerca de la puerta. Claramente uncommitted y too cool para estar escuchando seminarios de los biólogos moleculares y sus enzimas.
*Para las charlas de invitados que me interesan, una amiga y yo nos peleamos por los lugares de la pared, más o menos al medio de la sala. Bastante adelante para ver bien, pero al lado de la pared para disimular cualquier sorpresa.
Creo que nunca me senté en la primera fila, salvo cuando yo tengo que dar la charla junto con alguien más y tengo que esperar... Y definitivamente, para las charlas de los lunes está la tendencia de sentarse más atrás, porque estoy muy, muy dormida a veces.
Y todo esto está sumado a un cálculo rápido que hago al entrar a la sala y observar quién se trajo comida y de qué tipo (mirar post anterior) para maximizar la distancia entre la mujer que succiona la sopa y come la manzana y mi persona.