Monday, September 11, 2006

9/11

Saltar o no saltar. Morir quemado, asfixiado, incomunicado, sin poder establecer conexión con aquellos que nos recordarán, que no podrán despegarse del horror de imaginar mis últimos momentos.

Entrar al infierno, buscar gente, pero gente que se mueva, que respire, que dé señales de vida. Abandonar a los cuerpos aplastados, calcinados, revueltos y pisoteados. No morir en el intento.

Reunión de trabajo con bagels y café o café a secas. Bajar a la panadería de abajo y no conformarme. Caminar una cuadra más para comprar las ricas. Elegir una docena, la de ajo que me encanta, pagar con el poco efectivo que tengo, darme vuelta y ver cómo mi vida se desploma en una bola de fuego. Mirar las bagels que me salvaron con otros ojos. Estupefacto, pensar en llamar a casa. Y a la casa de los que no bajaron a la panadería.

Salir del subte, todavía asombrada por este sistema de transporte tan eficaz de esta ciudad ajena, enfilar hacia el sur. Preparar la cámara de fotos para la gran toma desde lo alto de la gran manzana. Disfrutar de estas vacaciones tan merecidas. Dar unos pasos, escuchar una explosión. Levantar los ojos, bajarlos por instinto, volver a subirlos. La torre en llamas. No poder sacar una foto. No poder moverme. No poder correr. Sólo mirar el fuego.

Llamar a mi mujer, ¿decirle que la amo? ¿Crear la falsa esperanza de un rescate? ¿Ser optimista? Reconocer que esto es el fin, sin aire, sin nada más que el humo y la ceniza. ¿Sin saber por qué, sin saber cuál es la causa? ¿Llamar al colegio de mi hijo? ¿Escuchar su voz una vez más? ¿Rogarle que obedezca a su mamá?

¿Escribir los hechos, describir las imágenes, transcribir colores, olores, reacciones? ¿Esperar a la versión oficial, esperar algún indicio de entendimiento, alguna adjudicación de culpa? Ir a ayudar a los bomberos, ir a donar mis palabras, lo poco que tengo. Aventurarse al análisis, al obvio momento de la historia, empezar hoy a hablar sobre el futuro distinto que nace entre las llamas, desde el sur de Manhattan para el mundo.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

creo que de Miguel Hernandez:

Tristes guerras, si no es amor la empresa,
tristes, tristes.
Tristes armas, si no son las palabras,
tristes, tristes.
Tristes hombres, si no mueren de amores,
tristes, tristes.

4:04 PM  

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